MEMORIAS | Destello
- Karla Angélica López
- 30 ago 2019
- 1 Min. de lectura
Es mi castigo anhelarte en tardes de lluvia... Serían sólo nuestros cuerpos unidos por esa exhorbitante atracción. Ese era el trato, explotar... Pero continúo encantada por el contorno de tus ojos cuyo color no logro aún definir; fueron sólo dos noches junto a ti.
Cuatro momentos bastaron para querer mantenerte en el limbo; esos dos: unidos, de límpida alianza, de enérgica armonía; y otros dos: lejanos, de absurda discusión, de estridente disonancia. Era mágica la calma de tenernos cerca, tras días a la distancia de fastidiosa ansiedad.
Eres la justa mezcla entre aquello que más deseo tener y con lo que jamás querría lidiar.
A veces veo tus acciones como artimañas y otras veces me encuentro haciéndolas yo misma, pero conforme pasan los días sin ti, me hago más creyente de que ambos protegemos nuestros lados del terreno. En esto perdimos tanto como ganamos.
Quisiera sentir que nada ha cambiado, pero no te fuiste así como llegaste, porque aunque estás ausente, sigues aquí, y espero que así como yo no quiero dejarte en el olvido, tú de mí no quieras borrar huella... ¿para qué? Fuimos sólo un destello en la oscuridad.

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