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ACADEMIA | El Realismo en 'Mi Vida', de Antón Chéjov

  • Foto del escritor: Karla Angélica López
    Karla Angélica López
  • 24 sept 2015
  • 8 Min. de lectura

Actualizado: 30 ago 2019


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* Ensayo escrito en 2014 para IMNRC, Mty, N.L., México. Contenido protegido.

Tal como si se hubiese referido al presente en la realidad de muchos, Antón Chéjov atrapa en el primer párrafo de su Relato de un Hombre de Provincias, con la sensación sombría que deja Misaíl al narrar su despido y un posterior ingenio irónico que sacude la primera impresión. Conmueve entonces saber que el texto circulara en Rusia desde finales del año 1896[1] y que hasta la fecha sea estimada para objeto de estudio. Esa duradera concepción de su obra coloca a Chéjov como el representante más destacado de la Escuela Realista del siglo XIX [2].

El contexto de la Industrialización que cercaba a la vida de Chéjov y a Rusia, sus cambios políticos y socioeconómicos, todo fue convertido en el escenario en que se desarrolla la historia de Misaíl, un joven que a sus 25 años parecía no saber por seguro qué quería del mundo, pero al mismo tiempo estaba consciente del segmento de la sociedad del cual no quería formar parte.

Mi vida no se caracteriza por tener un típico héroe imponente que viaja en enormes embarcaciones en búsqueda de tierras que conquistar, ni que con la gloria se gana el respeto de un pueblo, de reyes, y al cual temen otros tantos. Sin embargo, el personaje principal que con su

figura descompone aquello que “se supone ha de ser”, proyecta con sus particularidades un n uevo sentido a la vida cotidiana de un trabajador situado en medio de la sociedad; con su decisión de abandonar el trabajo intelectual que él conocía –lleno de mediocridad- rompe el esquema heredado de su padre, el arquitecto municipal, quien con su título proveía a Misaíl las facilidades laborales que cualquiera pudiese desear, a excepción de él, en este relato.

Según Georg Lukács “todo realista considerable trabaja su material vivencial para llegar a las leyes de la realidad objetiva, a las conexiones profundas mediadas, no perceptibles sin mediación, de la realidad social” (21)[3], posiblemente fue como Antón Chéjov dibujó con semejanza la imagen de Misaíl a la propia[4]; ambos buscaban la libertad de elegir lo que fuese ajeno de aquello que se les brindó y que no les era agradable. En el contexto sociocultural del siglo XIX que envolvía a Chéjov, una postura naturalista le invitó a fijar “abstractamente las exterioridades de la vida inmediata” [5] en su obra que pasó por censura.[6]

Uno de los motivos principales de Mi Vida es el tema del trabajo y de los altos títulos otorgados a generaciones descendientes de hombres ilustres. Tomando el comparativo de cómo se vive el presente a lo que refería Chéjov, habría que mencionar que no estaba muy alejado el autor de la realidad actual. El hastío que irrumpe la mente de Misaíl se debe a una hipocresía ampliamente recordada a través de todo el libro.

El personaje principal busca salir de las comodidades que le ofrece la sociedad que lo rodea; no le atrae la rutina de oficinista y no ambiciona grandes proyectos, es así como elige trabajar por su propia cuenta, con sus propias manos. Esto luego de haber aceptado un trabajo en el ferrocarril que su hermana, Cleopatra, le rogó cumpliera –por el bienestar de su padre-, y claro, luego de haber renunciado a él (el empleo) por la arrogancia de su jefe, el ingeniero Dólzhikov, un hombre que había llegado a su puesto debido al trabajo duro, cosa que se encargaba de recordar a quien no siguiera su escuela.

Misaíl pretende situarse entre los mujiks con la ayuda de Redka, ayudándole a pintar paredes en la ciudad. Sin embargo, sufre el choque sociocultural que le impide a un hombre de familia adinerada trabajar tranquilamente en medio de quienes han sufrido de las deficiencias económicas e instructivas, y que le veían mal –situación que le colocaba en el mismo punto pero en otro segmento de la sociedad; en el de ser señalado.

Entre Misaíl y su padre hay una disputa que se presenta en toda la historia: mientras el joven defiende con asiduo el trabajo físico, el padre lucha por plantarle la idea de un fuego sagrado que poseen los hombres de su familia, y que por ese fuego habría que seguir con la tradición de ejercer un trabajo intelectual que le colocara en un puesto admirado y aceptado por la sociedad burguesa.

Chéjov invita al lector a una visión distinta de lo antes escrito, con Mi vida nos olvidamos del sueño eterno del heredero de fortunas que vive de sus rentas y sólo le preocupa lo que hablen los demás, a dónde irá de vacaciones, las dichas y las penas que le provoca la mujer que lo enamora; el autor cuenta historias cotidianas de las que cualquier persona podría formar parte. Ahora es el trabajo el que importa, los estratos económicos y sociales, la distinción entre la pobreza y la riqueza que se ve contrastada con rasgos sombríos en las vidas de los pobres, y de arrogancia, hipocresía y cierta conformidad en los ricos.

Aparentemente para Misaíl, la felicidad de un hombre era representada por la belleza, la estética que le rodeaba como una realización personal ganada a través de mucho tiempo de trabajo. Esta visualización ocurre en una visita a la casa de los Dólzhikov:

Alfombras caras, enormes sillones, bronces, cuadros, marcos dorados y de terciopelo; en las fotografías diseminadas por las paredes se veían mujeres bellísimas, rostros inteligentes, maravillosos, posturas desenvueltas, libres; del salón, una puerta se abría directamente al jardín, a un balcón; se veían lilas, una mesa servida para el almuerzo, muchas botellas, ramos de rosas; olía a primavera y a tabaco caro, olía a felicidad. En fin, todo parecía dar a entender: aquí tienen a un hombre que ha vivido, ha trabajado y ha alcanzado por fin toda la felicidad que cabe esperar en este mundo. (Chéjov 38)

La felicidad también se vislumbra en el plano del amor, aunque Misaíl también se inunda en melancolías a seis meses de haber contraído matrimonio con la hija del ingeniero Dólzhikov –para cuyos ojos Misaíl ya era agradable por su decisión de dedicarse al trabajo físico. En un inicio, la admiración que tenía Maria Víktorovna a Misaíl por desobedecer lo establecido y defender sus convicciones, era una imagen que se borraría de la mente de aquella mujer luego de haber vivido con él en el campo con la ayuda del ingeniero y rodeada de mujiks.

Con el tiempo, Masha fue golpeada por la realidad de su situación que como si hubiera salido de una novela romántica, esperaba vivir en un paraíso al lado de Misaíl. Esto sucede luego de haber sido víctima de robo por parte de los mújiks -a quienes ella comenzaba a detestar durante la construcción de una escuela como proyecto enriquecedor para el sector en que vivían. La manera de vivir de los mújiks a quienes Chéjov coloca como masa de un solo carácter aprovechado y ávido tras las carencias y la crudeza en las que han vivido, que lo que ganaban en sus labores les pagaba la bebida, no resulta ser la imagen que tanto Masha como Misaíl tenían de ellos, la de “gente sencilla que se ganaba el pan con su duro trabajo” (Chéjov 61).

Las figuras paternas de la pareja constituyen una dualidad de sistemas en el que cada uno es igualmente dotado del aspecto oscuro; aunque difieren en ideas sobre el trabajo, ambos imperan en el trabajo y con una severidad intransigente. Es por esa razón que si Misaíl se acercaba más a la vida de trabajo físico y agradaba más a su suegro, a la par, sería rechazado por su padre.

La vida al azar que lleva Misaíl provoca que el amor de Masha desvanezca y le lleve a abandonarlo, viajando hacia América con su padre. También fue desapareciendo el soldado desposado, Vládimir que en tantas ocasiones sostenía animadas conversaciones con ambos y Cleopatra, con quien engendró un hijo. Cleopatra, siguiendo los pasos de su hermano sólo vio el dolor cubierto con felicidad que le había dado liberarse de su padre, ya que su muerte de aproximaba.

Un punto culminante para Misaíl es una escena en apariencia simple, previa a su matrimonio con la hija de Dólzhilkov, cuando no era aceptado en su casa y tampoco sentía pertenecer al mundo de los Dólzhikov:

En la oscuridad, bajo la lluvia, me vi desesperadamente solo, abandonado a mi destino, y sentí que, comparados con aquella soledad mía, comparados con mis sufrimientos de entonces y los que me esperaban en la vida, todos mis actos y deseos eran nimios, como lo era todo cuanto hasta entonces había pensado y dicho. ¡Y no olvidemos que las obras y los pensamientos de los seres vivos no son, ni con mucho, tan importantes como sus pesares! Sin darme clara cuenta de lo que hacía, tiré con toda mi fuerza de la campanilla del portalón de los Dólzhikov, rompí la cadena y eché a correr por la calle como un pícaro, lleno de miedo ante la idea de que sin falta alguien saldría de la casa y me reconocería. (Chéjov 99)

Parecía todo esto ser un presagio de lo que después le sucedería a Misaíl, pues aunque antes parecía querer ganarse la vida a través del trabajo físico, luego del abandono de Masha ya no le hallaba razón de hacer; incluso su aya, quien le habría ofrecido asilo, estaba en contra de las ideas que le hicieron cambiar de vida, y el hijo adoptivo de ella, Prokofi, le pidió a Misaíl se retirara de su casa por lo que se decía alrededor.

Ni la próxima muerte de Cleopatra movieron el corazón de su padre para aceptar verla, y abandonado casi por completo así vivió la vida Misaíl a la que se aferró su sobrina. Y justo cuando llegamos a un final no feliz pero de un aparente cese de luchas, Aniuta Blágovo - hija del vicepresidente de la Audiencia en el Tribunal- que era amiga de Cleopatra y había estado enamorada y apoyó siempre desde lo lejos a Misaíl, le abandona de igual manera al llegar a la ciudad luego de haberse encontrado en la tumba de la fallecida.

Una persona no se puede dividir y vivir en paz; a ella le dividen y siempre habrá una contraparte. Chéjov deja en mí esa imagen que entre más analizo menos comprendo, la sociedad, tal cual, que aunque vea como la máxima estupidez humana, es un sistema que no puede desaparecer.

Bibliografía

Chéjov, Antón. Mi Vida. Relato de un Hombre de Provincias. Trad. Ricardo San Vicente. 2a. Madrid: Alianza Editorial, 2013.

Encyclopædia Britannica. Encyclopædia Britannica. Ed. Ronald Francis Hingley. 15 de Enero de 2014. <http://global.britannica.com/EBchecked/topic/108392/Anton-Chekhov>.

Lukácks, Georg. Materiales Sobre el Realismo. Trad. Manuel Sacristán. 1a. Vol. VIII. México: Ediciones Grijalbo, 1977.

Trabajos citados

Vicente, Ricardo San. «Introducción Dos notas sobre Chéjov.» Chéjov, Antón. Mi vida Relato de un hombre de provincias. Trad. Ricardo San Vicente. 2a. Madrid: Alianza Editorial, S. A., 2013. 9.

[1] San Vicente, Ricardo (2013): p. 9. En su introducción Dos notas sobre Chéjov del libro Mi Vida: relato de un hombre de provincias de Antón Chéjov.

[2] Sitio web de Encyclopædia Britannica (2014)

[3] Lukács, Georg (1971). P. 21. Decía que sin los medios de la abstracción no podría producirse en el arte lo típico.

[4] En el sitio web de Encyclopædia Britannica (2014), se dice que la infancia de Antón Chéjov fue dolorosa; su estricto padre, Pável Yegórovich Chéjov, tenía una tienda y le obligaba a hacerse cargo de ella; Chéjov también formó parte del coro de la iglesia del cual su padre era director.

[5] Lukács, Georg (1971). P. 22. Indicaba que hubo una falta de “apertura artística hacia la dialéctica viva de la apariencia y la esencia” en la expresión de los escritores.

[6] San Vicente, Ricardo (2013): p. 9. En su introducción Dos notas sobre Chéjov del libro Mi Vida: relato de un hombre de provincias de Antón Chéjov.

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